Noticia tomada de El Nuevo Dia en espera de opinion de psiquiatras en este blog de la Puerto Rico Psychiatric Society. Escriba a ngalarzaster@gmail.com
“Uno se siente perdido”
Un hombre narra el calvario que recorre cada día para atender la condición mental de su esposa.
Para tratar de enfrentar la vida, Inés toma permanentemente 12 medicamentos para sus condiciones de esquizofrenia y bipolaridad. ÁNGEL M. RIVERABAYAMÓN - A sus 48 años Miguel Pagán dice sentirse maniatado y en un callejón sin salida.
Se supone que esté en su edad productiva y saliendo en su “guagua” a buscarse el pan de cada día para darle de comer a sus dos hijos adolescentes y a su esposa. Pero, no ha tenido otra alternativa que solicitar cupones y vivir del gobierno.
La imposibilidad de trabajar no es a la falta de interés. De hecho, cada vez que tiene una oportunidad se las busca vendiendo agua, refrescos o cualquier cosa que se le ocurra en alguna esquina. Se debe al cuidado de 24 horas que requiere su esposa, Inés (nombre ficticio), de 50 años y paciente mental con diagnóstico de esquizofrenia y bipolaridad.
Inés se encuentra de regreso al seno familiar tras ocho meses de estadía en el Hospital Psiquiátrico por una crisis. Ésta es la segunda ocasión que se interna allí en los 20 años que llevan juntos. La primera fue como consecuencia de una depresión post-parto en 1991. La mujer no puede estar sola, por recomendación médica, ya que los 12 medicamentos que toma a diario para mantenerse estable le ocasiona efectos secundarios que la incapacitan.
Sus hijos van a la escuela y él no quiere que por la necesidad de cuidar a su madre terminen convirtiéndose en desertores. Tampoco el ingreso a un hogar de Assmca es posible porque no hay espacios disponibles.
Ante el cuadro, peticionaron una ama de llaves a través del municipio de Bayamón para que le ayude con el cuidado y poder regresar a trabajar. Pero, le fue negado porque Inés no cumple con los requisitos: estar postrada en cama y ser mayor de 55 años. Lo refirieron al Departamento de la Familia y allí le dijeron que debe esperar 90 días.
“Ella tiene que ser asistida, no puede estar sola. Tengo que bañarla, vestirla, hacerle todo...”, señaló Miguel, cuyos ojos se cerraban en ocasiones mientras hablaba con El Nuevo Día por el agotamiento mental y físico que vive.
Frustración sin límite
“Y la burocracia del gobierno no ayuda. Dejan a uno solo. Yo he pensado en suicidarme porque llega el momento que tú no puedes con la presión, sobre todo económica... y ahora mi hija va para la universidad y no sé ni cómo la voy ayudar”, apuntó el hombre, cuyo ingreso actual consiste en $470 mensuales en cupones y $88 semanales de un “part-time” que consiguió.
Sobre el Psiquiátrico, Miguel dijo que durante el tiempo que su esposa estuvo recluida era poco el acceso que tenía a ella y al personal que le atendía.
Pedía información sobre Inés y nunca la recibía. “La trabajadora social trabaja por contrato y pa' conseguirla es un problema. No te dicen cómo va la paciente, qué le están dando, no llega esa información a donde ti. Uno entonces se siente perdido, porque no sabe cómo está”, dijo el hombre quien cayó en depresión y también se encuentra bajo tratamiento médico.
A eso añadió la escasez de medicamentos, de camas y de materiales básicos, como pasta de dientes y otros artículos de necesidad. “Yo me pregunto qué hace Assmca con el dinero de ese hospital porque allí hay mucha necesidad...”, apuntó.
Durante la visita de este diario al pequeño apartamento en el que vive la familia, pagado por el plan 8, Inés estuvo la mayoría del tiempo hablando incoherencias y se denotaba a simple vista un deterioro físico y mental. Pero, si de algo está clara es de que no quiere volver al hospital.
Su esposo dijo se debe a que teme ser agredida por otras pacientes ya que muchas veces ocurren peleas entre ellas y resulta herida. “Yo no quiero ir pa'l hospital, donde estén mi esposo y mis hijos estoy yo”, señaló Inés en un momento dado de aparente lucidez y quien, acto seguido, selló su expresión con un beso a su inseparable esposo.